Diccionarios recomendables

Diccionarios recomendables

Por Gabriel Zaid*

¿Cómo escoger un diccionario básico de trabajo? Con este ensayo, Gabriel Zaid presta  un servicio indispensable para cualquier lector interesado en el difícil arte de escoger un diccionario básico de trabajo.

El primer diccionario de la lengua española se publicó hace cuatro siglos, y es muy sabroso de leer. Sebastián de Covarrubias, un aficionado a las palabras y sus extravíos, empezó a escribir el Tesoro de la lengua castellana a la edad en que muchos se dan por jubilados (66), y lo terminó en seis años, dos antes de morir en 1613. El resultado fue un gran libro, un verdadero tesoro que hace feliz al lector por la animación de su prosa, su rara mezcla de gracia y erudición, sus citas literarias, anécdotas, refranes, locuciones y ocurrencias etimológicas (acertadas o no). Algunos ejemplos:

Arrullar. Adormecer al niño con cantarle algún sonecito, repitiendo esta palabra: ro, ro; y él mesmo suele con un quejidito en esta forma adormecerse, que llaman arrullarse.

Emprestado. Lo que se da para que se vuelva; y dice un proverbio: Lo dado, dado; y lo emprestado, emprestado. Empréstito, el acto de emprestar.

Algo de este sabor conserva el Diccionario de la lengua castellana […] “dedicado al rey nuestro señor don Phelipe V (que Dios guarde) a cuyas reales expensas se hace […] compuesto por la Real Academia Española, tomo primero […] 1726”. Su mayor aportación está en que las palabras se documentan en textos de escritores que, por la calidad de su pluma, avalan el uso (lo autorizan).

El portal http://www.rae.es permite la consulta de cualquier palabra en la edición 22a, con suma facilidad. Incluso con la opción (Búsqueda por aproximación) de escribir mal una palabra.  Para esto, es más fácil entrar directamente por Google (escribiendo: NTLLE) al Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española, y hacer clic en un botón escondido en la esquina superior izquierda (Realización de consultas). Está en marcha la edición 23a, para celebrar el tricentenario de la Academia en 2013.

La Academia española nació por emulación de la francesa, pero la superó en sus trabajos lexicográficos. El Dictionnaire de l’Académie Française es ahora una reliquia oficial.

En español, también hay diccionarios de la lengua producidos fuera de la Academia. Mención especial merecen:                                          

El Diccionario general ilustrado de la lengua española, tercera edición, de Samuel Gili Gaya (Vox Bibliograf, 1973), con prólogo de Ramón Menéndez Pidal. Es mejor que el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) por la información que añade (nombre científico de la flora y la fauna, dibujos ilustrativos…) y algunos retoques en la redacción. Absurdamente, ya no se consigue, porque la editorial quiso mejorarlo y lo desfiguró con ampliaciones. Lo que vende ahora es un mamotreto monumental y mal encuadernado.

Debe reconocerse que Vox usa su propio nombre (Diccionario Vox), no el de Gili Gaya, en las ediciones posteriores; a diferencia de Gredos, que usa el nombre de María Moliner, como si fuera su marca, en obras derivadas del Diccionario de uso del español (1966) de esta ilustre lexicógrafa.

María Moliner confirmó que una sola persona, trabajando en su casa, puede hacer más y mejor que un equipo institucional. Introdujo mejoras luego adoptadas por el DRAE: no abrir capítulos separados para la che y la elle, sino alfabetizar ch en la ce, ll en la ele; abrir entradas para explicar elementos compositivos de diversas palabras como re- (que no significa lo mismo en rehacer, reflujo, recarga, réplica). Y otras mejoras dignas de considerarse como dar sinónimos y ejemplos abundantes para el uso de casi cada palabra.

La innovación más llamativa desconcertó a los lectores: dentro del orden general alfabético, agrupar racimos de palabras vecinas por su forma y emparentadas por su etimología, un poco a la manera de los diccionarios alemanes. Esto da un contexto informativo por sí mismo, una vez que pasa el desconcierto.

Julio Casares fue un niño prodigio del violín, que se graduó en derecho y además en diplomacia. Hizo carrera en la oficina de lenguas del servicio diplomático español hasta jubilarse. Pero fue más prodigioso en lo que no estudió profesionalmente: la lexicografía y el ensayo. Conocía 18 idiomas, tenía ideas claras sobre el más incomprendido de los géneros literarios: el diccionario; y puso su talento al servicio de los hispanohablantes como secretario y director de la Real Academia Española. Su Diccionario ideológico de la lengua española, segunda edición (1975), todavía se reimprime y sigue siendo muy recomendable. Es más que un diccionario: añade una clasificación utilísima de todas las palabras por sus significados.

El Pequeño Larousse ilustrado (que se publica desde 1912) deriva de Le Petit Larousse illustré desde 1905. Consta de dos partes: un diccionario de la lengua española y una breve enciclopedia universal. Lamentablemente, ya no incluye las páginas centrales (color rosa) de frases latinas, griegas y extranjeras comunes en el español culto.

El Diccionario del español actual (1999) dirigido por Manuel Seco tiene una virtud fundamental: ejemplifica todas las palabras con frases tomadas de textos publicados, sobre todo en la prensa española.

Luis Fernando Lara encabeza en El Colegio de México el Diccionario del Español de México, que no pretende mejorar el DRAE: parte de su propio corpus del español hablado y escrito en México. Tampoco pretende ser un diccionario de mexicanismos. Incluye todas las palabras del español usual en México. Otra singularidad es que no retoca las definiciones del DRAE: parte de cero, con su propia redacción. Es muy útil, aunque la última versión (Diccionario del español usual de México) solo cubre unas 15,000 palabras. Cuando llegue a 60,000 será el Webster mexicano. ~

*http://www.letraslibres.com/revista/convivio/diccionariosrecomendables?page=0,1

Acerca de humbertocueva

Humberto Cueva García se tituló en la Escuela Normal “Miguel F. Martínez” de Monterrey, NL. Profesor de escuelas primarias y secundarias, tiene grado de maestría en Español por la Escuela de Graduados de la Normal Superior , en la cual ha impartido cursos de didáctica y literatura contemporánea. Asesor técnico-pedagógico de la aplicación y seguimiento del Programa de Español en escuelas secundarias de Nuevo León . Desde 1992 es autor de libros de texto de Español para primaria y secundaria editados por la Editorial Trillas. Conductor de talleres de actualización docente a nivel nacional y regional invitado por la SEP de 2006 a la fecha.
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